Jose, ¿nos podrías contar cuando llegaste a la fotografía y porqué?

Mi abuelo materno era un conocido fotógrafo social en Zaragoza en los años 40 y 50, y recuerdo perfectamente de pequeño sentir mucha curiosidad por el entorno fotográfico de entonces que tenía una mezcla de bohemia y de magia. Las cámaras, casi cajas mágicas, captaban momentos que luego se reproducían en papel, congelando para el recuerdo instantes de celebración o momentos cotidianos. Pura magia.

Recuerdo nítidamente que durante un viaje a Venecia con mi familia, cuando yo tenía unos nueve años, la belleza de la ciudad me impactó. Sufrí sin duda un Síndrome de Stendhal que me hizo recurrir a la fotografía para retratar la bella ciudad y poder llevármela conmigo en mis fotos. A partir de entonces la fotografía se convirtió en un apasionado hobby y me lancé a investigar y estudiar por mi cuenta, de forma autodidacta, tanto la historia y evolución de la fotografía, como sus trucos y técnicas.

Durante mi adolescencia era el típico chaval con una cámara que fotografiaba todo lo que estaba a mi alrededor, mis amigos, mi familia, mi ciudad, mis viajes, y todo el mundo me decía: “ … tendrías que dedicarte a esto”, pero opté por una trayectoria profesional más estable como comercial mientras seguía investigando y formándome en fotografía.

¿Desde cuando te dedicas profesionalmente a la fotografía?

Hace unos diez años viví una crisis laboral y personal que me empujó a estar seguro de que realmente hay que dedicarse profesionalmente a aquello que te apasiona. Decidí dejar mi puesto de trabajo e irme a trabajar a SoHo, una reconocida tienda de muebles y diseño en Zaragoza para poder relacionarme con el mundo de la arquitectura, el diseño y la decoración. Así surgieron oportunidades de trabajo fotográfico muy interesantes para mi, lo que me decidió a emprender por fin mi carrera profesional en el mundo de la fotografía fundando junto a Sara Fernández la agencia creativa Pieldegallina, de la que actualmente sigo formando parte. De repente mi vida dio un giro de 360º. No quería quedarme con la incógnita de – ¿y si me hubiese dedicado a la fotografía? -. Así que cambié de trabajo, de pareja y me lance a la aventura de ser un fotógrafo profesional.

Define tu estilo de fotografía y los trabajos profesionales que realizas

Me considero un fotógrafo todoterreno, un fotógrafo de reportajes. Mientras trabajo me gusta pasar desapercibido, ser más observador que observado. No me gusta encasillarme en un sitio físico, prefiero el entorno natural donde lo que busco es captar emociones. Me encanta viajar, y aunque tengo mi sede en Zaragoza, como realizo muchos trabajos relacionados con la arquitectura, lógicamente me tengo que desplazar para fotografiar los edificios y espacios interiores de mis clientes. Viajo mucho, por trabajo y por placer.

También me apasiona realizar bodegones en espacios naturales. Realicé un trabajo para un cliente que tiene una conocida marca de fruta y hortalizas para su cuenta de Instagram, inspirado por la luz y los encuadres de los pintores del renacimiento, que tuvo mucho éxito.

Y continúo con la tradición familiar realizando reportajes sociales; siempre he pensado que llevo algo de mi abuelo dentro de mí. Comuniones y bodas, eventos de empresa y celebraciones familiares, viajes y turismo. Conecto con las personas; siempre hay personas en mis fotos aún cuando fotografío edificios o interiores. Las líneas y los puntos de fuga, la luz y las sombras, los volúmenes y el ambiente, todo sumado al movimiento y las expresiones que aportan las personas, resume lo que me lleva a hacer click y retratar con mi cámara ese instante.

¿Quienes son tus fotógrafos de referencia?

Me siento muy identificado con el espíritu de la agencia Magnum. Fotoperiodistas a la caza de la imagen esperando el momento perfecto para hacer una foto. Me identifico con los fotógrafos míticos de esta agencia como Henri Cartier Breson, Robert Capa, o la fotógrafo española Cristina Garcia-Rodero. Robert Doisneau también me ha influido mucho, así como Ramon Massats y Catalá Roca. Asimismo admiro el trabajo de fotógrafos españoles como Alberto García Alix, Chema Madoz, Isabel Muñoz, o Eugenio Recuenco entre otros.